UN TAL GARCÍA LORCA

   La poesía es un terreno escarpado y vertiginoso por donde muy pocos son capaces de caminar a paso firme y sin vacilaciones; y por donde quizá no tantos deberían aventurarse a hacerlo, por el peligro que ello supone.

   Dicen que la poesía se está democratizando, que ahora es de todos y para todos. Pero no todo lo que titulan poesía efectivamente lo es, ni todos los que se denominan poetas lo son. Como el que posee buena voz o buen trazo, el poeta debe haber sido agraciado con la virtud de la palabra.

   Y no, no soy tan atrevida como para echarme la mochila al hombro y ponerme a escribir versos, el elixir literario por excelencia. Por el momento ‒y seguramente por la eternidad‒ prefiero leerlos.

   El otro día me senté en el autobús detrás de dos chicas que no creo que hubiesen cumplido aún los veinte. Hablaban de poesía. Mi indiscreto oído y mi pícaro olfato‒ entrenados para detectar conversaciones que me aportarán una valiosa materia prima ‒ desobedecieron la orden de no hurgar en la vida ajena y tomaron buena cuenta de aquella conversación.

   Una de ellas, la que estaba junto a la ventanilla, le explicaba a la otra lo inspirada que estaba desde que había descubierto la poesía. Que en su vida, ahora, todo cobraba un sentido distinto, como más poético. Y cito textualmente. La otra asentía y respondía con una voz algo atropellada, quizá con una seguridad menos contundente. Si, sí. Me ocurre igual. Le decía.

   Es que ahora es como, si de pronto, todo tuviese sentido, ¿verdad? Insistía la primera. Desde que descubrí a @Susanitatieneunratón87 ‒mi cerebro no fue capaz de retener la docena de nombres de los ciberpoetas que citaban, de modo que les pido que acepten a @Susanita  a modo ilustrativo‒ la vida fluye más auténtica por mis venas.

   Al fin, la joven de la ventanilla se puso en pie dispuesta a apearse en la siguiente parada. Sujetó la carpeta de una conocida universidad barcelonesa y le dio las gracias a la amiga por los apuntes.

‒Menudo tostón me espera esta tarde. ¿El examen es para el viernes, no? -dice la joven amante de la poesía.

‒Sí, un palo. He copiado el rollo sin enterarme apenas de nada‒ responde la otra.

‒¿Cómo se llamaba?‒ insiste la de la ventanilla.

‒Ostras… Espera…‒ la joven chasquea los dedos orgullosa y dice finalmente: ¿Lorca?

‒Ah. Eso. Un tal García Lorca.

Pues eso, feliz día de la poesía.

IMG_20190304_141927(21 de marzo: Día Mundial de la poesía)